Tesoro de Torredonjimeno
El Tesoro de Torredonjimeno es un conjunto de orfebrería visigoda compuesto por varias coronas que los reyes visigodos ofrecieron a la Iglesia a modo de ofrenda. Es uno de los ejemplares de orfebrería visigoda más importantes de España.
Esta corona votiva es una ofrenda en forma de corona, hecha con metales preciosos y adornada con joyas. Tiene una forma especial, puesto que está diseñada para ser suspendida por cadenas en un altar, santuario o imagen. Este tipo de ejemplares se realizaban como ofrenda a Dios y a los santos, con el objetivo de obtener su protección.
Probablemente, el Tesoro de Torredonjimeno estuvo dedicado a las santas mártires Justa y Rufina, dos hermanas sevillanas. Determinados escritos y grabados coinciden con la época de las santas y hacen referencia a Dios y a estas hermanas.
Actualmente, gran parte del Tesoro de Torredonjimeno se conserva en la sede del Museo de Arqueología de Cataluña (MAC), en Barcelona.
Contexto histórico
Al inicio de su descubrimiento, en el siglo XX, dejó al descubierto que el Tesoro de Torredonjimeno parecía pertenecer a una gran Iglesia de Sevilla, pero recientes investigaciones aseguran que eran parte del ajuar de un templo próximo al lugar de su hallazgo. Este templo está dedicado a las santas mártires Justa y Rufina, un lugar de culto bien reconocido desde la Antigüedad Tardía.
El Tesoro de Torredonjimeno fue guardado con mucho esmero, protegiéndolo con obras de piedras y cal, formando una especie de caja. El hincapié en guardar esta joya visiva encuentra su razón en el año 711, cuando se pretendía ocultarlo de las tropas invasoras islámicas, las cuales obligaron a despojar a las iglesias de sus bienes.
En el año 711, determinados grupos de árabes, sirios y bereberes, al mando de Tarik y procedentes de Oriente y del Norte de África, derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Este hecho desencadena el inicio de la dominación árabe de la Península Ibérica, la cual se prolonga hasta 1492, cuando los Reyes Católicos conquistaron el último reducto musulmán con la toma de Granada.
¿Cómo fue descubierto y puesto en valor?
Lo que hoy se conoce como el Tesoro de Torredonjimeno se encontró en 1926 en el pueblo que le da el nombre (Torredonjimeno), en la provincia de Jaén, en una finca de olivar a dos kilómetros del núcleo urbano por un campesino que se encontraba labrando las tierras.
Francisco Arjona encontró bajo un hueco que dejaban unas piedras la obra de mampostería de piedra y cal que protegía la corona visigoda. Al mostrárselas al dueño de la finca, este no le dio importancia alguna y Francisco Arjona se las regaló a sus hijos, los cuales la desmontaron.
En 1933, unos chamarileros llegaron a Torredonjimeno comprando oro viejo, consiguiendo en dos lotes las piezas del Tesoro de Torredonjimeno. Desde ahí, la historia de esta joya es un constante viaje por mercados de antigüedades que hace que sus piezas se dispersen.
De esta forma, llega a determinados anticuarios y de estos, al Museo Arqueológico Nacional (MAN) y al Museo Arqueológico de Córdoba (MAECO).
Relación de objetos que forman parte del Tesoro
El conjunto del Tesoro de Torredonjimeno está formado por restos de cruces, en su mayor parte, incompletas. Incluyen cruces laminares lisas o decoradas, con engastes o tabicadas, entre otras.
Numerosas cadenas, elementos de suspensión y restos de colgantes se documentan en el Tesoro de Torredonjimeno, correspondientes a cruces y coronas, en su mayor parte. Cabe destacar las letras tabicadas que aparecen en los colgantes, los cuales dejan a relucir su pertenencia a coronas regias.
La corona conservada en el MAC, en Barcelona, posee la inscripción que relata la dedicación a las santas Justa y Rufina, cuyo culto se atribuye a San Isidoro, obispo de Sevilla entre el 600 y el 636.
El principal aspecto del Tesoro de Torredonjimeno a destacar es la alta presencia de piezas de plata dorada, empleándose para este fin la técnica del dorado por amalgama con mercurio. En el tesoro visigodo, se muestra un mayor número de vidrios y una menor diversidad de las gemas utilizadas. Se han identificado amatistas, como esmeraldas, nácar, granates, cuarzos y zafiros.
Los vidrios sintéticos fueron empleados, probablemente, para sustituir a las gemas y muestran una gran diversidad, documentándose cuatro sistemas de composición: vidrios sódico-cálcicos, con contenidos medios o bajos de plomo; vidrios de silicato potásico-cálcico con óxido de plomo y vidrios de silicato.
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