Castillo de Otíñar
Municipio: Jaén
Latitud: 37.671567°
Longitud: -3.747263°
Altitud: 690 m
Introducción
El Castillo de Otíñar es una antiquísima fortaleza medieval ubicada en el municipio de Jaén.
Se erige majestuoso sobre un cerro de acceso sencillo al sureste de la ciudad de Jaén, en las inmediaciones del antiguo camino que conducía a Granada, junto a la carretera que enlaza Jaén con el embalse del Quiebrajano, a una distancia aproximada de 13 kilómetros de la capital.
Se estima que su construcción tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIII, muy probablemente sobre estructuras preexistentes de origen andalusí.
Es posible que en sus orígenes consistiera en un talud coronado por una empalizada de piedra seca, sostenida por un entramado de madera. Sin embargo, el carácter defensivo de Otíñar se reforzó en el siglo XV con la construcción de un alcazarejo.
Este castillo desempeñó un papel fundamental dentro del sistema defensivo de la ciudad de Jaén. Su ubicación estratégica permitía el establecimiento de conexiones visuales con otras atalayas, como la de Torrebermeja, que a su vez se comunicaba con el imponente Castillo de Jaén.
Estas estructuras fortificadas formaban una red vital para la seguridad y protección de la región.
El Castillo de Otíñar es, sin duda, un testigo tangible de la historia de Jaén y de la importancia de la defensa de sus fronteras en la Edad Media.
Su arquitectura y su ubicación en el paisaje andaluz lo convierten en un elemento de gran interés histórico y patrimonial que merece ser preservado y valorado.
Datos históricos
En las cercanías del actual Castillo de Otíñar, durante el período de dominación musulmana en la región, surgió un asentamiento rural conocido como el pueblo de Otíñar. Este núcleo tenía una marcada vocación agrícola y contaba con defensas rudimentarias de tierra y madera, cuyos vestigios aún pueden rastrearse a lo largo del escarpe del cerro.
Fue en el año 1228 cuando el rey Fernando III de Castilla, en el contexto de sus campañas para la conquista de la ciudad de Jaén, llegó a un lugar mencionado en las crónicas como "Atorimar", que se presume podría ser Otíñar.
Según los documentos históricos, el rey Santo y sus tropas devastaron este lugar y continuaron su avance.
Tras el establecimiento de la frontera en el Pacto de Jaén de 1246 y la proximidad de Otíñar a la nueva línea fronteriza, este sitio se convirtió en un punto estratégico clave para la vigilancia del camino hacia Granada, enfrentando incursiones nazaríes.
Fue entonces cuando se construyó el Castillo de Otíñar en las cercanías del antiguo pueblo. Desde esta fortaleza, era posible comunicarse con las atalayas de Torrebermeja, que a su vez se conectaban con Jaén.
En el siglo XIV, en torno al castillo, surgió un núcleo de población que también adoptó el nombre de Otíñar. Este lugar recibió la designación de alcaldía y contaba con su propia iglesia.
Las Ordenanzas de 1464 proporcionan información adicional sobre Otíñar en esa época, indicando que la alcaidía de Otíñar recibía un salario anual de 8.000 maravedís y tenía la responsabilidad de mantener tres hombres para la guardia y defensa del castillo.
Sin embargo, tras la caída definitiva de Granada en 1492, la ruta que el castillo vigilaba dejó de ser relevante, ya que se abrió un nuevo camino remontando el río Guadalbullón. En consecuencia, tanto el pueblo como el castillo perdieron su función militar y comenzaron a decaer gradualmente. La alcaldía de Otíñar se incorporó a la del Castillo de Santa Catalina.
En 1826 se fundó la aldea de Santa Cristina de Otíñar en sus alrededores, que permaneció habitada hasta 1970.
En la actualidad, el Castillo de Otíñar ha sido declarado Bien de Interés Cultural desde 1985, y el paraje de Otíñar está catalogado como Zona Patrimonial en el Catálogo General de Patrimonio Andaluz desde 2009. Sin embargo, el castillo se encuentra en un estado de deterioro progresivo debido al abandono, lo que pone en peligro su preservación para las futuras generaciones.
El castillo
El Castillo de Otíñar se destaca por su planta alargada y su construcción en mampostería, que aprovecha las defensas naturales en su parte oriental. El acceso al recinto se encuentra en la fachada norte del castillo, y se pueden distinguir dos partes fundamentales en su estructura: el recinto principal y el alcazarejo.
El alcazarejo se ubica en la parte sur del recinto, enclavado sobre un roquedal y construido en sillería. Aquí se encuentra una impresionante torre del homenaje de dos plantas, que se alza sobre una empinada y prácticamente inaccesible pared en la ladera.
Esta estructura ha sido rellenada internamente para nivelar el suelo intramuros, que era extremadamente rocoso y empinado.
La torre del homenaje, un elemento emblemático del castillo, alcanza una altura de 20 metros y tiene un lado de 6 metros. Esta torre cuenta con dos pisos y una terraza.
En su interior, las cámaras están cubiertas por bóvedas de medio cañón construidas en ladrillo. Es interesante notar que las bóvedas tienen orientaciones diferentes en cada piso, distribuyendo así uniformemente el peso entre los cuatro muros.
El acceso a la torre desde el exterior se realizaba mediante una escalera de madera, mientras que en el interior se ascendía a través de una escalera de piedra adosada, que lamentablemente se encuentra en ruinas en la actualidad.
Los otros tramos de muralla que rodean el castillo son igualmente impresionantes y no requieren de torres de flanqueo, con la excepción de un pequeño bastión en el lado oeste del castillo.
Estos muros presentan evidencia de estructuras de viviendas en su interior, y también albergan un aljibe en excelente estado de conservación.
En los alrededores del perímetro del castillo, se pueden encontrar restos de la antigua villa medieval de Otíñar, así como vestigios del recinto amurallado de época medieval, tres torres con bóvedas y una iglesia medieval.
Estos elementos proporcionan una visión fascinante de la vida en esta fortaleza y sus alrededores en la Edad Media.
Acceso
El castillo de Otíñar es visitable de manera libre.
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