Castillo de Giribaile
Municipio: Vilches
Comarca: Condado de Jaén
Latitud: 38.122385°
Longitud: -3.483457°
Altitud: 497.553 m
Vídeo del Castillo de Giribaile
Introducción
Giribaile, también referido en algunas fuentes como Giri o Jiri, es un enclave histórico que se encuentra en el término municipal de Vilches, en la provincia de Jaén. Situado en la confluencia de los ríos Guadalimar y Guadalén, este lugar se alza sobre una meseta con una altitud de aproximadamente 500 metros sobre el nivel del mar.
El Castillo de Giribaile, ubicado en el extremo oriental del cerro que lleva su mismo nombre, desempeñó un papel fundamental en la antigua estrategia militar y de control territorial.
Desde su posición elevada, tenía una vista privilegiada sobre los alrededores, permitiéndole supervisar visualmente los extrarradios de Cástulo, situada a unos 15 kilómetros al suroeste, así como la vía Heráclea y una vasta área de gran importancia estratégica, tanto en términos mineros como agrícolas.
En sus aproximadamente 16 hectáreas de extensión, se encuentran vestigios que sugieren la posible existencia de una poderosa ciudad ibérica fortificada, conocida como un oppidum. Estos restos arqueológicos nos hablan de la presencia de una comunidad que comprendió la importancia de establecerse en este emplazamiento estratégico.
Del Castillo de Giribaile han llegado hasta nuestros días dos torres de planta cuadrada que originalmente tenían un carácter defensivo. Además, se conserva un aljibe, que habla de la importancia de garantizar el suministro de agua en una fortificación de este tipo. Estos elementos arquitectónicos son testimonio de la rica historia de la región y de la función crucial que desempeñó el Castillo de Giribaile en su momento.
Explorar este sitio histórico es adentrarse en el pasado de la provincia de Jaén, donde la arquitectura y las estructuras defensivas nos hablan de una época en la que el control del territorio era esencial, y donde la estratégica confluencia de los ríos marcó la vida y la evolución de esta región.
Datos históricos
El enclave de Giribaile ha sido testigo de una rica historia que se remonta a la Edad del Bronce, cuando un poblado se estableció en esta zona, atraído por la abundancia de recursos minerales. La extracción y comercio de metales desempeñaron un papel fundamental en la economía de la región, y la ubicación estratégica de Giribaile, rodeada por una defensa natural, la convirtió en un asentamiento crucial en la órbita de la cultura material del Argar.
En los albores del siglo IV a.C., se fundó el oppidum de Giribaile, que llegó a extenderse por aproximadamente 15 hectáreas de meseta fortificada. Este oppidum se consolidó como una de las grandes ciudades del Alto Guadalquivir y estuvo asociado a la región de Oretania. Además, desempeñó un papel fundamental en la protección de la comunicación entre su capital, Cástulo, y el Levante.
La ocupación de Giribaile continuó a lo largo del período romano, pero hacia finales del siglo II o principios del I a.C., se documenta una destrucción violenta. Plutarco, en sus Vidas paralelas, relata que Sertorio, un militar romano al mando de la guarnición del cónsul Tito Denio, exterminó a la población ibérica de Giribaile y destruyó sus defensas como medida de castigo.
Tras esta devastación, la meseta fue abandonada y la población comenzó a dispersarse por el valle. En la alta Edad Media, durante el período visigodo, se mantuvo una población importante aunque dispersa en núcleos rurales, con una economía basada en la agricultura y la ganadería. De esta época datan los eremitorios cristianos de las Cuevas del Giribaile.
En el contexto de la invasión musulmana en el siglo VIII, los árabes erigieron una fortaleza en Giribaile, ubicada en la parte norte del cerro y aprovechando elementos defensivos que habían sobrevivido del oppidum ibérico. Aún hoy en día, se pueden observar la planta irregular, algunas torres, el aljibe y lienzos del recinto murado que testimonian esta ocupación.
A partir de la segunda mitad del siglo XII, con el propósito de prevenir avances de las tropas cristianas sobre al-Andalus, los almohades reforzaron y crearon nuevas estructuras utilizando tapial de argamasa en el castillo.
A pesar de estas medidas, la derrota de los musulmanes en la Batalla de Las Navas de Tolosa en 1212 resultó en la conquista de Giribaile por Fernando III en 1227, cuando Acet-Aben Mohammed entregó el castillo en señal de vasallaje. Los cristianos continuaron utilizando la fortaleza, revistiendo las murallas árabes.
Posteriormente, en 1274, la fortaleza fue entregada a la ciudad de Baeza por Alfonso X, aunque su custodia debió de quedar bajo el rey, quien la encomendó a la Orden de Calatrava. En el reinado de Sancho IV, en 1292, el castillo fue entregado al Juez de Baeza, don Gil Baylo de Cabrera, quien dejó su huella en la historia y le dio el nombre moderno al sitio.
En el siglo XVII, el castillo pasó a formar parte de la casa de Biedma, de las antiguas de Baeza. En reconocimiento a su importancia histórica y arquitectónica, el Castillo de Giribaile fue declarado Bien de Interés Cultural en 1985, preservando su legado para las futuras generaciones.
El castillo
El Castillo de Giribaile, majestuosamente ubicado en el extremo norte de una extensa meseta, desempeñó un papel crucial en la historia de la comarca al controlar estratégicamente una gran parte de la zona minera circundante. Su posición estratégica permitía una vigilancia perfecta de los caminos y pasos naturales que eran vitales para el comercio y el transporte de la región.
Además, desde este asentamiento se ejercía un completo control sobre las fértiles tierras de cultivo a lo largo de los cercanos ríos.
Este sitio arqueológico ofrece una abundancia de vestigios que atestiguan su rica historia. Los restos de muros, piedras dispersas, antiguos hornos de minería y una variada cerámica que abarca desde la época íbera hasta la medieval se pueden encontrar en toda la meseta.
El castillo de Giribaile exhibe dos etapas de construcción claramente distinguibles. La primera corresponde a la etapa prebereber, caracterizada por el uso de piedra en la fortificación.
Esto incluye el arco de la escarpa, el cerramiento sur y el zócalo de la torre del oeste. La segunda etapa es almohade y abarca la remodelación del cerramiento sur con las dos grandes torres y el espacio intermedio.
También se destaca un impresionante aljibe construido con tapial de calicanto, que tiene una planta rectangular y una altura de tres metros y medio, con una bóveda de medio cañón. En total, se cree que el castillo pudo haber tenido hasta siete torres.
Los restos más destacados del castillo se encuentran en su extremo sur, donde la falta de defensas naturales requirió una construcción más elaborada. Aquí, se utilizó abundantemente la mampostería, el sillarejo y el tapial de calicanto en las estructuras defensivas.
La torre central del castillo es un ejemplo impresionante de fortificación en tapial. Consta de tres plantas, correspondientes a los tres estrechamientos sucesivos que presenta el grueso del muro en su parte interna.
El zócalo corrido resultante de estos estrechamientos servía como base para las vigas de madera que sostenían las entreplantas. Los datos históricos y la magnitud de esta torre, considerablemente más grande que las de estilo almorávide, sugieren que es una obra del período almohade.
El oppidum de Giribaile puede dividirse artificialmente en dos plataformas. La primera, al norte, alberga la fortaleza, mientras que la segunda, la principal, contiene algunas excavaciones del poblado íbero.
La fortificación íbera se caracterizaba por una muralla tipo barrera con talud y bastiones, construida a una altura que la hacía visible desde largas distancias.
Esta muralla contaba con puertas de acceso claramente diferenciadas. El poblado íbero, por su parte, estaba compuesto por viviendas de planta cuadrangular construidas en piedra y divididas por una calle principal.
Su distribución urbana incluía espacios públicos. Además, las necrópolis de la época se ubicaban generalmente en las laderas de los poblados o en cuevas, que también servían como santuarios religiosos.
Leyendas
La historia de Gil Bayle de Cabrera, señor de Giribaile
En las crónicas de la nobleza andaluza, Gonzalo Argote de Molina relata la fascinante historia de Gil Bayle de Cabrera, quien ostentó el título de Señor de Giribaile y cuyo legado dejó una huella perdurable en la región. Gil Bayle de Cabrera recibió la fortaleza de Giribaile junto con las tierras que se extendían desde su atalaya.
Bajo el pretexto de llevar a cabo reparaciones en la torre, Gil Bayle elevó su altura considerablemente, permitiendo que desde lo alto de la torre se pudiera divisar un vasto territorio.
Este acto de ingenio y visión estratégica no solo consolidó la posición de Gil Bayle de Cabrera como Señor de Giribaile, sino que también le otorgó el título de Señor de las Cuevas de Espeluca. Según algunos historiadores, este título hace referencia a "tierra entre los ríos Guadalimar y Guadalén", denotando la extensa propiedad de Gil Bayle de Cabrera en la región.
Gil Bayle de Cabrera llegó a poseer tierras en tal cantidad que se enorgulleció de ello y adoptó un lema que inmortalizó en la portada del castillo de Giribaile. La inscripción rezaba: "De río a río todo es mío. Esta tierra es de Gil Bayle, que no morirá ni de sed ni de hambre".
Sin embargo, la historia de Gil Bayle de Cabrera tiene un giro trágico y paradójico. Se cuenta que durante una cacería, el señor Gil Bayle cayó en una sima. Pasó un tiempo en este oscuro abismo sin encontrar la salida, y paradójicamente, murió de sed y hambre en medio de la abundancia de tierras que poseía.
Su vida y legado, marcados por la ambición y la paradoja, continúan siendo parte integral de la historia del Castillo de Giribaile y su entorno
Acceso
El castillo de Giribaile es visitable de manera libre.
Para mas información se puede llamar al teléfono del ayuntamiento de Vilches 953 630 075.
Localización
Cómo llegar al
Castillo de Giribaile
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