Pacto de Jaén
El Pacto de Jaén fue un acuerdo firmado en 1246, entre el rey de Castilla, Fernando III, el primer rey nazarí de Granada, Alhamar. A través de este pacto, se establecen las fronteras que separan los reinos cristiano y nazarí.
Antecedentes del Pacto, asedios de Jaén por Fernando III
El rey de Castilla, Fernando III el Santo, tras atacar algunas localidades como Íllora o Alcalá la Real, decidió atacar la ciudad de Jaén, aislada totalmente tras conquistar los cristianos las tres vías de acceso desde Granada: El Camino Viejo (por Otíñar y el río Valdearazo), el Camino Nuevo (por Pegalajar) y el Camino de Alcalá (por Martos).
En la tercera campaña de Fernando III de Castilla, este decide atacar la ciudad de Jaén. Tras los intentos fallidos de conquista de la ciudad en los asedios de 1225 y 1230, Fernando III se apoya en Pelayo Pérez Correa, Gran Maestre de la Orden de Santiago de León. A diferencia del resto de asedios, este se centraba en lanzar duros ataques contra los cultivos de la ciudad de Jaén y aldeas cercanas.
El asedio de Jaén se prolongó bastante tiempo (algunos historiadores hablan de hasta ocho meses). Viendo que el ejército cristiano no iba a rendirse, y después de haber sufrido grandes derrotas tras la Batalla de las Navas de Tolosa, Alhamar, rey nazarí, se presentó ante Fernando III, se declaró su vasallo y le entregó la ciudad mediante el Pacto de Jaén.
El Pacto de Jaén de 1246 y la frontera entre los reinos cristiano y nazarí
Según los escritos del momento, el rey nazarí Alhamar se presentó ante el rey Fernando III de Castilla, le besó la mano y se arrodilló ante él, declarándose su vasallo. El rey cristiano, por su parte, estableció unos cuantos términos.
El rey Alhamar debía entregar al rey castellano 150.000 maravedíes anuales (antigua moneda española) y debía acudir a las cortes del rey de Castilla siempre que este lo solicitara. Además, debía entregar apoyo militar a Fernando III cuando lo requiriera. De esta manera, y tras la entrega de la ciudad de Jaén al reino de Castilla, se establecía una tregua entre ambos reinos.
El Pacto de Jaén sirvió para fijar las fronteras entre ambos reinos, las cuales se mantuvieron (casi) intactas hasta la llegada de los Reyes Católicos, dos siglo y medio después.
En el Reino de Jaén, la frontera con Granada estuvo situada en las sierras del Sistema Subbético, al sur de la provincia actual de Jaén. Así, el límite quedaba de la siguiente manera:
- Los terrenos pertenecientes de la Orden de Calatrava, situados en Martos, eran territorio cristiano, mientras que Alcaudete y Alcalá La Real pertenecían a la parte musulmana.
- La sierra de La Pandera servía de divisoria entre ambos reinos en la zona de Valdepeñas de Jaén, continuando por la actual divisoria de Pegalajar y Cambil.
- Sierra Mágina separaba los dominios cristianos de Baeza, Úbeda y Jódar de las tierras musulmanas de Huelma.
- El río Guadiana Menor, al este de la provincia, constituía frontera hasta llegar a la Sierra de Cazorla, donde Tíscar era nazarí.
- En el extremo oriental, la cara sur de las actuales sierras de Cazorla, Segura y Castril fijó el extremo norte del reino de Granada, frente a los terrenos cristianos pertenecientes al Arzobispado de Toledo y que, actualmente, podemos sitar en el Adelantamiento de Cazorla.
Como hemos dicho, esta frontera permaneció casi intacta hasta 1492, año clave en la Reconquista Española, cuando los Reyes Católicos conquistaron la ciudad de Granada, significando el fin del reino nazarí.
Hasta esa fecha, solo se modificó la frontera en cuanto se expandió el límite cristiano hasta las ciudades de Moclín, Íllora y Montefrío, gracias a la conquista de Fernando III de Alcaudete y Alcalá la Real (en 1340 y 1341, respectivamente).
En 1348, el reino cristiano conquistó Huelma. En el siglo posterior, en 1410, se conquistó la ciudad de Antequera y, en 1433, el Castillo de Xiquena. Huéscar, conquistada en 1435, fue la última modificación que se realizó en las fronteras del Pacto de Jaén.
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