Torreón de Begíjar

Introducción

Begíjar, un encantador enclave, se encuentra a tan solo cinco kilómetros al suroeste de la histórica ciudad de Baeza.

Los vestigios del Castillo de Begíjar incluyen fragmentos de muralla y la imponente torre de homenaje. La historia de este castillo se remonta a la época visigoda, aunque es plausible que existiera una fortificación anterior a esta era. A lo largo de los siglos, experimentó expansiones y remodelaciones bajo el dominio árabe y, posteriormente, fue sometido a reformas por parte de los cristianos.

La construcción de la torre de homenaje, atribuida a un obispo de la región, implicó la contratación de un maestro de obras de alta habilidad, posiblemente más experimentado en edificaciones de carácter religioso que en proyectos militares. Este detalle arquitectónico sugiere la influencia y la importancia de la iglesia en la evolución de la estructura del castillo a lo largo de los años.

Datos históricos

Begíjar, un lugar con una historia rica y variada, fue conquistado por Fernando III en 1226, al mismo tiempo que Baeza. El monarca entregó esta tierra al obispo de Jaén a mediados del siglo XIII como parte de una compensación por trasladar la sede episcopal de Baeza a Jaén. En ese momento, el obispado comenzó a mantener el control del Castillo de Begíjar, que se convirtió en un punto estratégico en las tensiones entre el obispo y el Concejo de Baeza. Estas tensiones llevaron a conflictos armados y disputas judiciales ante la Corona.

En 1321, Alfonso XI tomó la decisión de recuperar Begíjar y entregárselo a Baeza, lo que desencadenó un prolongado conflicto entre el concejo de Baeza y el obispo de Jaén por el control de Begíjar durante la Baja Edad Media.

Hacia mediados del siglo XV, el obispo don Rodrigo de Narváez tomó medidas militares para conquistar el castillo y devolverlo a la propiedad del Obispado, lo que llevó a una denuncia por parte de Baeza ante el rey. Sin embargo, al no prosperar estas gestiones, el Concejo de Baeza tomó el castillo por la fuerza en 1445.

En 1471, durante la guerra civil entre el rey Enrique IV y la nobleza, los Benavides, un sector de la nobleza baezana, sitiaron el castillo, lo que requirió la intervención del condestable Iranzo para su defensa.

Finalmente, en 1477, los Reyes Católicos resolvieron de manera definitiva la posesión del castillo de Begíjar en favor del Obispado de Jaén.

A lo largo de los años, el castillo fue abandonado y en el siglo XVI, el obispo Fray Diego Deza decidió su demolición para la construcción del Palacio Episcopal en el mismo terreno. Este espacio albergaba un frondoso huerto que servía como residencia de verano para los prelados jiennenses.

Del castillo original, solo la torre del Homenaje sobrevivió a la demolición debido a su buen estado de conservación. Esta torre fue restaurada y posteriormente utilizada como cárcel del Obispado de Jaén, perdiendo su función defensiva original. Con el tiempo, la torre se integró en las viviendas circundantes y se convirtió en una residencia privada.

En 1985, el Castillo de Begíjar, con su torre del Homenaje, fue declarado Bien de Interés Cultural con la tipología de Monumento Histórico, reconociendo su importancia como parte integral de la historia y el patrimonio de la región de Jaén.

El torreón

La torre del Homenaje del antiguo castillo de Begíjar se mantiene en un estado impresionante, y aunque del resto del castillo apenas quedan rastros identificables, este imponente edificio ha perdurado en el tiempo. Su construcción se remonta al siglo XIII, y fue rehabilitada y transformada en una residencia episcopal dos siglos después.

La torre del Homenaje presenta una apariencia formidable, construida con una sólida mampostería y decorada con ventanas saeteras y elementos defensivos característicos. Originalmente, tenía una planta cuadrada con lados de aproximadamente 9.80 metros y una altura original de alrededor de 13.70 metros, aunque se estima que su altura actual es un par de metros menor debido a la exposición de la bóveda apuntada que solía cubrir la segunda planta y sostener la terraza.

En el interior de la torre, se aprecian detalles arquitectónicos y ornamentos que sugieren una influencia más relacionada con la arquitectura religiosa y palaciega que con la militar. Destacan las impresionantes bóvedas que cubren las tres plantas de la torre, evidenciando una calidad arquitectónica excepcional.

En el primer nivel de la torre, al nivel del suelo exterior, se encuentra una cámara circular de unos cuatro metros de diámetro, con una bóveda de media naranja construida en ladrillo. En el suelo de esta cámara se encuentra un aljibe.

La entrada a la torre estaba en el primer piso, a unos 2.80 metros sobre el nivel del suelo. La sala correspondiente a este nivel tiene la misma forma y dimensiones que la inferior y está cubierta por una bóveda de media naranja ligeramente achatada. Desde aquí, una escalera empotrada en el muro del suroeste conduce a la segunda planta.

La segunda planta alberga una sala cuadrada de aproximadamente 4.90 metros de lado, con una magnífica bóveda apuntada octogonal que descansa sobre trompas para adaptarse a la planta cuadrada. Esta bóveda quedó expuesta al exterior debido a la altura reducida de la torre. Las trompas presentan arcos apuntados de ladrillo, y toda la bóveda y las ocho nerviaciones que la sostienen descargan su peso sobre ménsulas de cantería, combinando la elegancia arquitectónica con la fortaleza estructural.

En el centro de cada uno de los muros de la segunda planta, se encuentran aberturas, dos de las cuales son saeteras. La del noroeste es una ventana (con un armario en el pasillo), y la del suroeste, que hoy es una ventana, originalmente servía como acceso a un puente de ladrillo que conectaba con otras áreas del castillo. Aunque el puente ha desaparecido, aún se pueden apreciar rastros de su arco en el muro exterior.

Acceso

El torreón es de propiedad privada, para poder visitarlo hay que concertar una cita con los propietarios.

Fotos del Torreón de Begíjar