Orden Militar de Santiago
La Orden de Santiago es una orden religiosa y militar fundada en el Reino de León en el siglo XII. Santiago el Mayor, patrón de España, cede su nombre a esta orden, cuyo objetivo inicial fue la protección de los peregrinos del Camino de Santiago (vertiente religiosa) y expulsar a los musulmanes de la Península Ibérica (vertiente militar).
Fundación de la Orden e Historia
El origen de esta orden sigue siendo un misterio a día de hoy, lleno de especulaciones y leyendas no comprobadas dada su doble fundación (militar y religiosa). Sin embargo, la teoría que más fuerza cobra es que la Orden de Santiago nace en Cáceres.
Entre 1157 y 1230, la dinastía real se dividió en dos ramas opuestas, haciendo que esta rivalidad oscurezca los inicios de la Orden de Santiago. Aunque Santiago de Compostela es el centro de la devoción al apóstol que da nombre a esta orden, no es la cuna ni la sede de la misma. La ciudad de León y Uclés (Cuenca), en el reino de Castilla, lucharon por tener el honor de ser la sede de la Orden de Santiago.
El primer maestre de la Orden, Pedro Fernández de Castro Potestad, era descendiente de los reyes de Navarra por parentesco paterno y de los condes de Barcelona por parentesco materno. Así, desde su fundación, la Orden de Santiago ha estado relegada a nobles y muy ligada a la corona.
Fundación militar
En plena batalla cristianos contra musulmanes, el rey Fernando II de León y Pedro Suárez de Deza, obispo de Salamanca, encargaron a un grupo de trece caballeros la defensa de la ciudad de Cáceres. Corría el año 1170 y marca el inicio de la fundación militar de la Orden de Santiago. Posteriormente, los denominados Caballeros o Freires de Cáceres tuvieron que abandonar la ciudad al ser conquistada por los musulmanes.
Según la bula fundacional, estos caballeros, arrepentidos de la vida que hasta entonces habían llevado y que les supuso la derrota en Cáceres, se unen bajo unos estatutos y deciden formar una congregación para defender a los peregrinos de lo que hoy conocemos como el Camino de Santiago. Estos se trasladaban hasta Galicia para visitar el sepulcro de Santiago Apóstol. Además, también defendían las fronteras de Extremadura contra los musulmanes.
Para una defensa eficaz, los Freires de Cáceres se obligaron por voto solemne a guardar y defender aquellos caminos. Los canónigos los aceptaron en su Orden, pero tenían que vivir con ellos en comunidad y los caballeros debían aceptar ser dirigidos espiritualmente y recibir los sacramentos.
Esto supuso el cambio de nombre de los caballeros de Cáceres a Freires de Santiago, quedando así organizada la orden. Por tanto, el 29 de julio de 1170, queda fundada, organizada y establecida la Orden de Santiago, una orden que alcanzaría gran popularidad incluso fuera de las fronteras de España.
Fundación religiosa
La fundación religiosa de la Orden de Santiago hay que atribuírsela al rey Alfonso VIII de Castilla (conocido por ser el que derrotó a los almohadas en la Batalla de las Navas de Tolosa), con la aprobación del papa Alejandro III el 5 de julio de 1175, con el fin de que fueran criados en temor a dios.
A partir de aquel momento, la Orden de Santiago queda exenta de la jurisdicción de los frailes ordinarios. Desde entonces, se les conoce con el nombre de Caballeros de Santiago. Con este doble acto fundacional, institución real y aprobación pontificia, la Orden de Santiago queda constituida con doble vocación, tanto religiosa como militar.
Historia de la Orden de Santiago
A esta orden militar pertenecían pueblos de las actuales provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Jaén, Madrid, Murcia y Toledo.
Rápidamente, esta orden comenzó a propagarse por todo el territorio, siendo especialmente destacable su expansión por el territorio leonés y castellano. Esta popularidad le llevó a tener más posesiones que la Orden Militar de Calatrava y la Orden Militar de Alcántara juntas.
Así, solamente en España, la Orden de Santiago poseía 83 encomiendas, 178 condados y aldeas, dos ciudades, cinco conventos, cinco hospitales, 200 parroquias y la Universidad de Salamanca. Además, parte de su patrimonio se extendía a Portugal, Francia, Italia, Hungría e incluso Palestina.
Desde su constitución, en el siglo XII, la Orden de Santiago estuvo presente en todas las acciones de la Reconquista, finalizando este periodo con la toma de Granada en 1492. Así, participaron en la reconquista de Teruel y Castellón y combatieron en la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212.
Posteriormente, sus caballeros acudieron a primera línea de batalla en la toma de Jerez de la Frontera, Úbeda y Córdoba, como también lucharon contra los musulmanes con la toma de Granada. El sitio de Sevilla, que permitió tomar la ciudad por parte de los cristianos, se llevó a cabo gracias a las influencias de Pelayo Pérez Correa, maestre de la Orden de Santiago, con el rey Fernando III el Santo.
Después de la Reconquista, la Orden de Santiago obtuvo gran poder territorial y económico. Caminando por los dominios de la Orden, se podía llegar desde Uclés hasta Portugal. En esta época, el maestre de la Orden recibía una renta anual de unos 64.000 florines de oro, una cantidad muy elevada para la época.
Más adelante, ya en el siglo XIX, la Primera República suprimió la Orden en 1873. Aunque fue restablecida en la Restauración Borbónica (1874-1931), la Orden de Santiago quedó reducida a un instituto nobiliario de carácter honorífico regido por un Consejo Superior dependiente del Ministerio de Guerra, a su vez extinguido por la Segunda República en 1931.
Unión a la corona
Dada la popularidad de la Orden de Santiago, ser su gran maestre era un cargo tan prestigioso que desencadenó muchas luchas internas para alcanzar semejante dignidad. Estos escándalos estaban desacreditando la orden hasta que, con la muerte del gran maestre Alonso de Cárdenas en 1793, los Reyes Católicos hallaron la excusa perfecta para pedir su jurisprudencia a la Santa Sede.
Esta medida se consideró de necesidad y como una especie de recompensa de los grandes sacrificios de los Reyes Católicos por la fe católica. Así, en 1523, el papa Adriano VI aprobó la unión para siempre del maestrazgo de Santiago con la corona.
Requisitos para el ingreso en la Orden de Santiago
A medida que fue alcanzando popularidad, especialmente entre las altas esferas de la sociedad del momento, pertenecer a la Orden de Santiago no era tarea sencilla.
Aquellos que quisieran ingresar, debían aprobar ser hidalgo en sus cuatro primeros apellidos, debiendo referirse a su padre, madre, abuelos y abuelas; además de probar que ni él ni sus antepasados habían ejercido oficios manuales ni industriales.
Dado que la orden nació en el contexto de la Reconquista, en el que se luchaba para expulsar a los musulmanes de la Península Ibérica, aquellos que tuvieran raza o mezcla de judío, musulmán, pagano, converso o hereje no tenían permitido el ingreso en la orden, por muy remoto que fuera este parentesco. Asimismo, si el aspirante descendía de penitenciados por actos contra la fe católica, tampoco podía acceder a ser caballero de la Orden de Santiago.
Igualmente, y aunque con el tiempo se fueron debilitando estas medidas, los descendientes de procuradores, prestamistas, escribanos, mercaderes u otros trabajos manuales no podían ingresar.
Castillos de la Orden de Santiago en Jaén
- Castillo de Torres de Albanchez
- Castillo de Segura de la Sierra
- Torreón Medieval de Villarrodrigo
- Muralla urbana de Beas de Segura
- Castillo de Albanchez de Mágina
- Torre de la Tercia de Génave
La Orden de Santiago en la actualidad
En 1938, y durante el reinado del rey Juan Carlos I, las Órdenes de Santiago, Calatrava, Montesa y Alcántara se reinstauraron. Sin embargo, lo hicieron como una asociación civil con carácter nobiliario, honorífico y religioso. Es así como siguen a día de hoy.
En la actualidad, el gran maestre de la Orden de Santiago es S.M. el rey Felipe VI. La Orden de Santiago posee en España ciertos territorios, como el Campo de Montiel (Ciudad Real), León de la Orden de Santiago, Tentudía (Badajoz) y el Valle de Ricote (Murcia), en los que hoy ejerce solo la jurisdicción eclesiástica o el derecho de patronato.
Las cuatro órdenes militares: Santiago, Calatrava, Montesa y Alcántara, se coordinan bajo las directrices del Real Consejo y, aunque se manifiestan como independientes, llevan a cabo sus actividades de forma conjunta y coordinada.
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